Monday, January 27, 2014

Hilo Flotando En La Superficie

En un lago conocí a Zhanna Kozlov. Prácticamente, no hay otro lugar en el universo donde conocer a Zhanna Kozlov. Se podría decir que vive a la orilla de uno. Se aloja en una pequeña cabaña en la que nadie sabe qué hay dentro, y desde la cabaña, observa el lago, lo contempla como si fuera una una hoja con las respuestas del examen más importante de su vida, a ratos como si supiera que un ángel va a surgir de él y está esperando a que aparezca. Nadie sabía porqué veía tanto el lago, y tampoco desde cuando estaba establecida a su lado.
Un día apareció de pronto, la encontraron sentada, con los pies en el agua, y dando golpes con la punta de los dedos a la superficie del lago para que se formaran anillos. Nadie hablaba con ella, y ella no hablaba con nadie, la razón por la que accedió a hablar conmigo aún la desconozco. Para hacer la historia corta, al lago fui a parar por cuestiones de trabajo. Cuando llegué al lago, observé ese charcote, y en el reflejo estaba yo, contemplándome usar un smoking viejo, que tenía desde años pensado tirar, y sin embargo, jamás hice. Demonios, ¿Cómo es que me soporto tanto con este traje roñoso?
 Alcé la mirada, y ahí estaba ella, con los pies dentro del agua, y con los dedos de su frágil mano haciendo rulos a su cabello. Su vestimenta no era extravagante; un simple vestido largo blanco -que, por circunstancias claras ahora está amarillento o color tierra- era lo único que tenia puesto. He de remarcar que sus ojos eran azules tal como el lago, y la forma en la que ella lo veía (o el lago la veía a ella) era casi un lenguaje secreto; como un código autentico entre Zhanna Kozlov y éste. Nadie me había advertido de esa muchachita y su conducta. Decidí aproximarme, algo en ella me inquietaba; quizá su forma de hacer rulos con su pelo o la mirada que le dirigía al lago. Parecía que leía un libro; un libro que nadie ha leído y dentro habitan revelaciones universales, o una simple enciclopedia de enfermedades venéreas con todo e imágenes.

—Hola —me aventuré a decirle.
Y como era de esperarse, no respondió. Seguía contemplando el lago como si fueran los últimos 10 minutos de un partido de fútbol en el que juega su equipo favorito y va empatado 2-2.
Duré alrededor de 10 minutos a un lado de ella, imaginándome el partido intenso, y la audiencia emocionada a más no poder. Dando ánimos a su equipo. Los minutos pasaron y ella siguió en silencio manteniendo esa expresión.
—Pasamos a tiempo extra —me dije en un tono alto, con esperanzas de que me notara.
Una parte de mí me decía que la dejara en paz. La otra me decía que experimentara con ella, que estropeara su concentración. Claramente, obedecí la segunda.
Tiré una piedra al punto fijo que observaba; su reacción fue que con cada onda que se formara en el agua, sus ojos hicieran unos extraños tics. Sus párpados se abrían y cerraban inusualmente. Desde su perfil, noté que sus ojos azules se tornaron opacos, y de esto no estoy seguro si sucedió en realidad, pero el lago se tornó un color oscuro.
No me resultó suficiente eso. La tomé de su pelo de manera juguetona -no era muy limpio y tampoco era de una textura agradable, parecía moho del color de su cabello, ella ignoró completamente el que le esté tomando el cabello-, lo que pude notar fue viento que me golpeaba de suroeste a noreste. Me dio frío en las orejas.
Decidí terminar pasando mi mano por sus ojos, moviéndola de arriba a abajo; su reacción fue interesante, parecía que percibía cuando mi mano transitaría por su rango ocular y cerraba los ojos automáticamente, así que nunca me vio; como acto natural, me evadía.
No pude resistir y me paré enfrente de ella. Estaba sentada con las piernas juntas y de la rodilla para abajo dentro del lago, por lo que me abrí de manera de rodeara, como tijeras apunto de cortar papel, me incliné y quedé de cuclillas. Fácilmente pudo haberme empujado y me hubiera dado un chapuzón en el agua, pero no lo hizo.
Éramos un tipo con un smoking roñoso y una dama con un vestido sucio, uno junto al otro. Mi cara estaba a la misma altura que la suya, y ahí fue cuando me di cuenta de que tenia pecas; eran lindas. Como era de esperarse, sus ojos estaban cerrados. Ella no tenía idea de como luzco; sin embargo sabía que estaba ahí. No sólo se necesitan los ojos y el tacto para reconocer la parecencia de alguien, eso me quedó claro.
Veía sus pecas, sus refinadas facciones y su cabello. Ella y yo estuvimos observándola por un buen rato -yo la veía por fuera y ella se veía por dentro-, con sus ojos que de perfil parecen ser azules.
—Hola —me dijo al fin. Su voz era tenue. Si tuviera que definirla con una crayola sería azul-verde (no verde-azul).
Platicamos un buen rato, ella seguía con los ojos cerrados. Me preguntó cómo era, a qué me dedicaba y mi nombre, ella me dijo el suyo:
—Me llamo Zhanna Kozlov, aquí vivo.
—¿Por qué no abres tus ojos? —le pregunté prácticamente diciéndole «Déjame confirmar que tus pupilas están hechas de ese azul que inquieta».
—Porque no eres agua. No hay nada que ver en lo que no es agua.
—De hecho, lo soy —le dije—. Las personas tenemos mucha agua dentro de nosotros; sin ella no vivimos.
—¿No vives sin agua? —me preguntó como si fuera algo inusual.
—Me deshidrato y muero —le respondí. Ella duró un largo rato en silencio y mostrando empatí.
—Entonces no eres el agua que necesito ver— dijo mientras seguía con los ojos cerrados ¿Qué tipos de agua hay que ver?
Fui prácticamente entrevistado por ella, me preguntó lo qué hago específicamente, gustos y disgustos. Me sentí obligado a preguntarle qué tanto hacia ella en el lago, y porqué vivía en esa cabaña tan apartada de la civilización.
—Trabajo —Me respondió sin rechistar.
—¿Qué clase de trabajo?
—No deberías de saber —me respondió.
—¿Por qué?
—No eres el agua que necesita saber.
Rechazó decirme. Quiso seguir charlando (y yo también), me sacaba platica, me hacía preguntas sobre el mundo, sobre mares y ríos, y le respondía lo que sabía. Toda la conversación la veía a ella, a sus ojos serenamente cerrados, sí, me contagiaban serenidad. Hablábamos uno con el otro a pesar de tener un trabajo que hacer.
—¿Y por qué trabajas? —me vi obligado a preguntar. Algo dentro de mi permanecía intranquilo, deseoso de saber qué demonios hace una mujer dedicándose a ver un lago todo el día todos los días.
—Es natural —me respondió.
Seguí insistiendo, buscando vías para que alguna verdad concreta se pudiera liberar, y fue una pregunta la que provoco la contestación mas relevante de mi relato. Dicha pregunta fue «¿Qué es lo que haces?».
Reconozco que previamente mencioné que me pudo haber tirado al lago por mi posición y aunque lo que pasó después de ese cuestionamiento fue que me "tirarse al lago", algo no se sentía igual. El agua de aquel lago no era mojada; es complicado de definir, fue como caer de una larga altura pero a lentitud. Mi peso era diferente al que usualmente tenia cuando me metía a albercas, y a pesar de estar sin aire, no sentí la necesidad de respirar. Mis ojos permanecían abiertos viendo las burbujas elevarse mientras sentía mi cuerpo descender. Nadaba hacia la superficie. Dirigí mi mirada hacia lo que creía que era abajo y no había fin; el lago no tenía una profundidad calculable. Al voltear hacia lo que supuse que era arriba veía el sol o la luna (no recuerdo) y me dijo «¿Qué haces ahí? ¡Ven inmediatamente para acá!» Y yo ascendía dentro de ese cuerpo de agua. Logré llevar mi mano hacia fuera. Empecé a sentir la humedad del agua, saqué mi cabeza predispuesto a tomar aire, y al llevar mi boca a la superficie inhalé fuertemente, como si me hubieran pedido imitar un hoyo negro, lo cual fue una terrible decisión, lo que me sucedió fue que tragué agua, la cual tenía un sabor inusual, era agridulce, si... Agridulce sería como la definiría.
   Tosí desesperadamente, sentía ahogarme. Y regresé a estar seguro dentro del lago (irónico). Sin respirar, sin peso concreto, miré a mi alrededor, y los pies de Zhanna Kozlov revoloteaban. Las alcancé, tomé ambas piernas con ambas manos, y siguiente a eso ella me jaló a la superficie. Inevitablemente inhalé fuertemente y lo que recibí ahora fue el aire con humedad especial que hay en los lagos.
Ella tenía los ojos cerrados aún. La abracé a contra mi voluntad, había algo en mi que me obligaba a abrazarla con intensidad. Ella me sujeta. No recuerdo cuando fue la última vez que sentí tanta seguridad en los brazos de alguien.
 Lo que Zhanna realizó después fue volver a tirarme al lago, pero esta vez, estaba en los brazos de ella. Lo primero que noté al estar dentro de ese cuerpo acuático fue que en la división de agua y aire estaba la espalda de Zhanna y su reflejo.Su dorso, era un poco tosco, manteniendo delicadeza. Al verle la cara sus ojos estaban abiertos y tuvimos contacto visual por primera vez (y última, al parecer), Al inicio creí que no tenia ojos. El tono de ellos eran parecidos a los del lago, aunque fijándome bien pude notar las diferentes partes: La cornea y el iris que eran difíciles de diferenciar pero los pude discernir. Sus ojos eran prácticamente homogéneos a los del lago.

—¿Puedes ver el fondo?— me preguntó mediante el pensamiento, o al menos eso creí haber escuchado.
Volteo hacia abajo, y el resultado fue ver mi espalda y mi cara de perfil.
—Veo mi espalda —le expresé.
—Bien —me respondió y comenzamos a regresar a la superficie. Al volver a la orilla, Zhanna  Koslov tenía sus ojos callados, como era de esperarse.
Ella sabía que tenia que darme una explicación después de eso; no era obligatorio, aun así, lo hizo, y se lo agradezco. Gracias a lo que me dijo -que fue algo vago- me puedo dar una idea más concreta de qué es su trabajo.

—¿Sabes de dónde viene la historia? —me preguntó.
—De sucesos anteriores, supongo —respondí quebrantante.
Los sucesos los hace la gente —me dice— y no toda la gente es igual. Así que toda la historia no es igual.
—¿A qué te refieres?
—El pasado que crees tener es ajeno a tí, no te pertenece. No tienes nada que ver.
—Sin embargo, lo que vivimos ahora es la causa de eso.
—Así funciona el hilo —respondió, y empezó peinar sus cejas con el dedo indice.
—¿El hilo? ¿ Como el usado en una fabrica textil?
—El hilo de la historia —me dijo—, el hilo que se deshila infinitamente y cuelgas de él.
Traté de digerir esas palabras, no pude. Zhanna me ayudó a comprender:
—No todos estamos de acuerdo con lo mismo, y no vemos todo igual. Imagina que hilo del que colgabas, se enreda con el de otros. Una cantidad incontable. Tantos y tan enredados que no sabes cuál es el tuyo y además, casi imposible de desenmarañar. —fue el complemento que añadió.— Casi. —enfatizó.
—¿Y qué tiene qué ver eso que pasó? ¿Por qué cuando caí solo al lago fue diferente al entrar contigo?
—Mi trabajo es desenmarañar los hilos. —Dice mientras pasa a peinar la otra ceja con el mismo dedo—
Un hilo desenredado es tu reflejo; eres tú en tu estado puro. Sin embargo, con un sólo hilo no hay nada, y nada se puede formar.
—¿Y por qué quieres desenmarañar los hilos? —le pregunté, sintiendo un clímax aproximándose.
No respondió. No volvió a responder, no abrió los ojos, dejó peinarse la ceja, y el solo acto de mover sus piernas dentro del agua aseguraba que estaba viva.
Decidí terminar el trabajo que tenía que hacer y después retirarme. Hablé con la gente de los alrededores sobre ella y sólo me chismearon de lo inusual que era. Después Regresé a mi hogar, muy lejos de ese lago.

A los meses empecé a comprender a lo que se refería: La historia es atrocidad en conjunto. Todos nuestros errores crean nudos difíciles, y los que logran desenredar una parte crean otro nudo en algún lado del mundo. Sin embargo, gracias a las acciones todo existe y sigue en existencia; porque seguimos haciendo historia, seguimos enredando hilos que pocos podrían desenredar.
Zhanna Koslov, con su extraño don me desenredó. Me alejó de todo mi contexto en el que nací; me hizo olvidar las guerras de mi país, toda la ciencia que conforma este universo, y toda la religión seguida por mis conocidos y familia. Sin ello, no tenía más que mi reflejo. Me sentí insignificante. Nada he aportado al mundo y mucho me ha aportado a mí, por ende estoy dentro del enredo.
Figuro que Zhanna Koslov está esperando a alguien (el agua que necesita) en ese enigmático lago para desenredarl@, y espero que lo haya logrado, porque pienso visitarla próximamente y realizar la siguiente pregunta:
"¿De qué material está hecha La Verdad?"

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