Thursday, December 15, 2022

El niño perdido

De niño pensaba qué sería convertirse

en lobo domesticado, un loco enamorado

que me toquen el quelite, el niño perdido

y por último el torito,

ay ay ay.....

Ahora temo a mi incómoda disposición

por arruinar cada relación,

romper promesas,

ser un fracaso de lobo estepario,

decepción de aquel niño que pensaba que las mujeres

se embarazaban automáticamente al casarse.

 

Quise asentarme, saberme en un lugar,

hablarnos entre iguales, no temerle al compromiso

y encontrar la seguridad ontológica de Bachicuy,

pero me faltó.

 

Me faltó el coraje

de divertirme en el KCs.

Me faltó el sentido

de los domingos en Cabullona.

Me faltó la certeza

de un lugar después de la muerte.

 

Quise ser aguapretense,

Hidropetense,

Charqueño.

Quise saberme

todas las rolas de los APSON

Quise encontrarme,

subirme a la troca,

despojarme de la ansiedad,

Devorar libros,

devorar tragos,

e inventarme misericordia

en el glacial de enero.

 

En cambio,

cambié mis tardes de lectura,

mis noches de parranda

por hundirme en Facebook,

donde vi el dolor de aquellos que conocí en la escuela.

Si, en Facebook

en Facebook vi la extraña despedida de aquellos que perecen,

en Facebook vi a mis contactos desaparecer,

dejándome con los memes más insulsos que nadie jamás imaginó.

 

Y ahora,

más achacoso que nunca,

conozco mejor mi cuerpo

y el no-lugar que es,

a partir de lo que voy perdiendo.

Y he perdido más que mi cuerpo:

He perdido amistades,

en mi carpeta de ansiedades están sus nombres.

Recuerdo los momentos bellos y recuerdo el fracaso,

y la decepción y el a veces necesario distanciamiento.

 

Recuerdo también,

De niño ir al rancho con mi papá,

subirme al caballo, que de pronto se alocó

y sentir, por primera vez,

que el corazón se me sale por el pecho,

y ser rescatado por mi apá.

De niño pensaba que fui salvado.

Ahora pienso:

Cómo diablos montas al caballo a un niño solo.

Ahora pienso:

Cómo rayos le hace uno para rescatarse de este caballo desbocado

Cuando no hay de quién, ni de dónde agarrarse.

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