Friday, February 28, 2014

Fuera Del Plasma, Dentro De Nosotros.


En diciembre conocí a un fantasma en el parque a contra-esquina de la escuela. Desde entonces le visité frecuentemente. A los inicios del mes hablábamos del arte como algo inútil con inmensa potencia; comentábamos nuestras preferencias en cuanto a ´artistas´ y ´obras´. Ese fantasma dice que no hay mejor creador que aquel que no tiene idea de lo que hace. Sin tener que tocarnos llegamos a descubrir los puntos paralelos y convergentes de nuestras aficiones y aflicciones; lo que nos derrite y destruye. Dimos pie a una comprensión sobrenatural de uno sobre el otro.
A mediados del mes jugamos ajedrez y turista mundial. Le encantaba hablar de la trivia internacional. Gracias a este fantasma aprendí de la gran disputa por el mejor vino del mundo entre Chile y Francia. Le llegué a invitar unos videojuegos, rechazó. También se rehusó a hacerse un e-mail o traer un celular consigo. Prefería hablar de las guerras auspiciadas por avaricia que vio; lo que se siente presenciar una violación a un ser vivo de todas las maneras posibles. Y para darle el acabose,  nunca quiso ver televisión, ni ver los videos de internet que le quería enseñar; por su gran orgullo rechazó adaptarse a la era del boom tecnológico-social.
A finales se acercaba Navidad. Aunque siempre se quejaba de ello como insulso, esnob y meramente comercial, le conseguí un regalo. Llegado el día le obsequié chocolate con la idea de que pueda liberar toda la dopamina que no logró en el pasado. Lo aceptó porque le dije que sería una vil grosería rechazarlo. Se lo comió ese mismo día. En Año Nuevo resolví que ese fantasma es más humano que los de carne y hueso. Más conectado al mundo que de mí, a pesar de nuestra amistad. Me alegró verle sonreír y flotar por el lugar. Mi forma de ver las cosas cambiaron ambiguamente; fuera del plasma, dentro de nosotros.

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