De niño pensaba qué sería convertirse
en lobo
domesticado, un loco enamorado
que me toquen el quelite, el niño perdido
y por último el torito,
ay ay ay.....
Ahora temo a mi
incómoda disposición
por arruinar cada
relación,
romper promesas,
ser un fracaso de
lobo estepario,
decepción de
aquel niño que pensaba que las mujeres
se embarazaban automáticamente
al casarse.
Quise asentarme,
saberme en un lugar,
hablarnos entre
iguales, no temerle al compromiso
y encontrar la
seguridad ontológica de Bachicuy,
pero me faltó.
Me faltó el
coraje
de divertirme en
el KCs.
Me faltó el
sentido
de los domingos
en Cabullona.
Me faltó la
certeza
de un lugar
después de la muerte.
Quise ser
aguapretense,
Hidropetense,
Charqueño.
Quise saberme
todas las rolas
de los APSON
Quise encontrarme,
subirme a la
troca,
despojarme de la
ansiedad,
Devorar libros,
devorar tragos,
e inventarme misericordia
en el glacial de
enero.
En cambio,
cambié mis tardes
de lectura,
mis noches de
parranda
por hundirme en Facebook,
donde vi el dolor
de aquellos que conocí en la escuela.
Si, en Facebook
en Facebook vi la
extraña despedida de aquellos que perecen,
en Facebook vi a
mis contactos desaparecer,
dejándome con los
memes más insulsos que nadie jamás imaginó.
Y ahora,
más achacoso que
nunca,
conozco mejor mi
cuerpo
y el no-lugar que
es,
a partir de lo
que voy perdiendo.
Y he perdido más
que mi cuerpo:
He perdido amistades,
en mi carpeta de
ansiedades están sus nombres.
Recuerdo los
momentos bellos y recuerdo el fracaso,
y la decepción y
el a veces necesario distanciamiento.
Recuerdo también,
De niño ir al
rancho con mi papá,
subirme al
caballo, que de pronto se alocó
y sentir, por
primera vez,
que el corazón se
me sale por el pecho,
y ser rescatado
por mi apá.
De niño pensaba que
fui salvado.
Ahora pienso:
Cómo diablos
montas al caballo a un niño solo.
Ahora pienso:
Cómo rayos le
hace uno para rescatarse de este caballo desbocado
Cuando no hay de
quién, ni de dónde agarrarse.
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