Fue en la prepubertad,
antes de aprender a odiarme
y de tener anhelos absurdos
y vulgares.
Fue un viaje a Hermosillo
con mi mamá, ni sé cuál era el motivo.
Lo que si sé,
es que tenía unas crayolas que dejé en el tablero
mientras comíamos en el carls jr del blvd rodríguez
y al regresar, me encontré con la caja derretida
y un aroma terrible,
que a mi parecer, duró un par de años.
Llegamos al sanborns
con un calorón que entonces me parecía extranjero,
ocasional, hasta un atractivo turístico.
Y en el calorón, y afuera del sanborns,
estaba una señora,
que en el aquel entonces pensé rarámuri,
porque pedía dinero y vestía prendas largas
que le cubrían el cuerpo y la cara.
Nosotros íbamos llegando y ellos saliendo,
un par de hombres que no le dieron dinero a señora,
y mientras se alejaban, escucho a uno:
"de dónde soy yo, a esas les damos un balazo entre las cejas"
Yo no sé si eran sicarios o alusines,
pero si habilitadores de la violencia.
Siempre pensé que se referían a la señora
que pedía dinero.
Ahora que lo escribo
me doy cuenta de que aquella sentencia
bien pudo ser, para ellos, sobre cualquier mujer.
Saliendo de la tienda
tenía pánico de encontrármelos,
de que sus botas picudas
y la punta de su pistola
sean lo último que veamos en nuestra vida.
No los vi,
y no le dije nada a mi mamá,
ya sentía demasiada pena
por la peste a crayola en su carro.
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