El Guincho Flowers (También conocido como Joaquín Flores). No existe quien lo desconozca. Siempre está ahí para atender a quien necesite una respuesta
confortante o sólo saber la hora; El Guincho Flowers nunca te falla. Un hombre atractivo y enigmático. Quienes lo desean no les queda más que desearlo, observar sus fotos publicadas e
imaginarse como seria compartir fluidos con él.
Hoy, El
Guincho decide tomarse una nueva foto para subir de perfil. No le convence ninguna de
sus gorras nuevas que le trajo su abuela desde L.A., que, por cierto, se compraron en
un negocio de poco fiar que cobraba apurado y barato. Aparentemente los
encargados tenían farmacéuticos que comprar. De igual manera, ninguna de esas gorras
satisfacía a El Guincho. Logró encontrar una verde fosforescente que hacía
notar su “gran
personalidad y singularidad”. Ya con su gorrita puesta, se encierra en el baño, se
quita la camiseta, y frente al espejo
recién pulido hace una pose en la que salen sus
músculos grasosos y sus imperfecciones
en todo su esplendor; brillantes y asquerosas.
Después de una sesión de 30 fotografías con 6 aparatos diferentes, El Guincho
regresa a su cuarto donde tiene su computadora fiel. Conecta los 6 aparatos y analiza una
por una las fotografías haciendo una crítica fuerte sobre cual será la ideal. Con el
proceso de eliminación, una logra convertirlo: La fotografía lo muestra a él
con un brazo
frente al espejo y el otro al aire, su pecho esta mostrándose: macho y fuerte (O así lo veía él). Abre su programa de Adobe y hace
que la magia empiece.
«Un retoque
por aquí, ésta imperfección que no sea vea, aquí me faltan cuadritos, hacemos que parezca que recién salí del entrenamiento de box y listo.» Eran los pensamientos
del joven Flowers mientras creaba una belleza inimaginable con su cuerpo. Se
llegaba a comparar con una escultura griega. Curiosamente,
El Guincho Flowers gastó exactamente el mismo tiempo en aprender a editar sus
imágenes y mucho más dinero del necesario para alcanzar un cuerpo real como escultura griega. Total, él ni lo pagaba.
Con su
fotografía ya editada lista, El Guincho nota algo inusual en su “Inicio”. No
hay status que
leer, ni fotos a las cuales darle un Me Gusta. Las páginas de las que era fan, ya
no publican ninguna chica sexy, tampoco memes, ni chistes políticos que ni
siquiera entendía.
«¿Qué
está pasando?» Se preguntaba el joven Flowers mientras confirmaba la
conexión a
Internet. Refrescaba la página. Nada. Confirmaba la conexión. Nada.
Refrescaba
la página. Nada. La
desesperación invadió a El Guincho, su sudor cada vez fluía y apestaba más. Apresurado,
corre a la cocina y se encuentra con su madre preparando hamburguesas y papas
fritas; el platillo favorito de el joven Flowers.
—¡Amá! —grita el joven, frustado.
—¿Qué pasa, Joaquinsito? —Responde su
madre,— La cena aún no está lista.
—¡¿Pagaste el Internet?! —pregunta Joaquín
Flores, sollozando.
—Tú sabes que sí. Tuvimos que hacer el
corte de gastos ahorrando lo del cable, pero el internet no puede faltar ¿Ya
hiciste tus tareas?
El Guincho furioso tira la sartén en
la que su madre preparaba la cena, haciendo que el aceite hirviendo cayera
sobre ella. Por supuesto, a él no le importó. Algo más importante sucedía en el monitor.
Vuelve a reiniciar su pagina de Inicio. Nada.
El Guincho no encuentra qué hacer, la
frustración le provocaba cambiar tono de piel, hacerle imposible respirar, se
jalaba el poco pelo que tenia. Arrojó la gorra que le regaló su abuela al piso y la
pisotea repetidas veces. En el teléfono no recibía nada, en el otro
teléfono tampoco. El Guincho, confundido, ha perdido su salvación. La única cosa que
al hacerse miserable, lo hacia sentir menos miserable. Perdió el lugar donde era
aceptado en la sociedad sin entrar directamente a la sociedad, toda su identidad
desapareció. Sus fotos en las que posa tirándole besos al espejo, sus estados de
fragmentos de canciones sobre sexo y drogas que nunca experimentó (y aun asi
pretendía que era el experto en esos ámbitos). Su existencia total, la cosa
de la que vivía, lo que le permitía respirar desapareció. Era imposible empezar
de nuevo. Tanta pérdida no se recupera. No tendría significado ser otro.
El Guincho Flowers murió, dejando a
Joaquín Flores abandonado en el mundo.
Joaquín, sin comprender que pasa, sin saber nada.Recibe un mensaje. Alguien le mandó un texto a los restos de El Guincho Flowers. Y Joaquinsito lo leyó.
Joaquín abre la bandeja que ahora sólo
presume un mensaje, el cual fue mandando por un tal Blume:
“Idiota”
Joaquín le responde usando miles palabras
escritas con mala ortografía, Cuestionando el por qué suceden las
desgracias que no comprende y por qué el dios de la internet lo odia tanto.
“Jeringa tu existencia”. Fue la respuesta que recibió.
Seguido a eso, su madre, con una quemadura
en la rodilla le trae una
hamburguesa y papas fritas recién hechas a
Joaquín Flores. Nunca disfrutó
tanto una hamburguesa y papas fritas.
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